jueves, 5 de septiembre de 2013


LA  CAGADA.


Aquel día hacía calor, no mucha pero hacía. La comida de medio día fue copiosa, digamos que más de los habitual, además llena de mezcla de sabores, tan extravagantes como el queso con pepinillos en vinagre. Una lata de cerveza de medio litro, más de medio litro de gazpacho y para colmo, una taza de café con un trocito de dulce. Nada habitual en mí, ya que suelo comer poquito al medio día, quizás lo que comí hoy era más de lo que como en tres días. La pausa de hoy, era un poco mas corta de lo habitual, dado que había trabajo de ayuda a los oficios (electricista, fontanero, etc.), así que reanude rápido el trabajo, con poco más de 30 minutos para la comida.

Cuando todos llegaron, ya andaba yo trabajando en las regolas y preparando masas para poder seguir con el trabajo. Un cigarro que me dio el Pulier (Encargado) y un Red Bull, terminaron de estropear mi sensación de estómago repleto, llevándolo al punto de estómago saturado. Con el consecuente estado de sentir que necesitaba cagar. El red bull, me hizo que mis tripas se retorcieran de forma rápida, mandando unos fuertes impulsos hacia mi parte trasera, que sentía la necesidad de una descarga rápida y muy necesaria. Precisamente hoy que estábamos sin wáter en la obra. No teníamos ninguno de esos típicos de aquí que son de plástico, los dos baños de la vivienda estaban recién demolidos, y yo sin saber qué hacer con lo que se me venía para afuera.

Todo un numerito el de esa tarde. En la terraza no puedo, están los impermeabilizadores, en la planta alta los electricistas y dos fontaneros, en planta baja mi Pulier y dos electricistas y en el sótano, están los dos fontaneros que están montado la nueva caldera. Maldita cagada, que se viene encima como parto con dolor de barriga incluido. En el jardín tan solo hay dos setos y un árbol, pero los vecinos están en su terraza, llega el camión para llevarse los escombros, bajo las escaleras y ayudo a la carga, pero yo sin poder hacer la descarga.

De repente aquello se venía por instantes hacia fuera, subo la escalera y de súbito, los de la caldera avisan que tienen que ir por una nueva pieza, a mí se me vino de momento a la cabeza hacer una proeza. Y pregunté al Pulier, si mientras ellos estaban fuera, podría yo terminar de tapar las rajas de la pared del sótano. Él dice que sí, como un poco mosqueado (que mosca a este le habrá picado??). Rápido amaso un balde de mortero especial y sin pensarlo me lo hecho al hombro, bajo al sótano y allí lo dejo, subo de nuevo, tomo paleta y fletal, un saco vacío, para unos tubos tapar, y otro y otro más, para las sobras echar. Cojones que casualidad, que el Pulier ha bajado a mirar.

Tarareo una canción, quizás para disimular. Tarareo y tarareo sin pensar en cagar. Y eso lo hago hasta que el Pulier se va y una vez que escucho que está arriba, con los electricistas charlando, llega la hora del mojón ir soltando. Abro un saco de papel, lo extiendo en el suelo, me suelto el cinturón y cago dentro. Solo unos segundos tardo en salir todo el mogollón, otro saco preparado, para dejarlo más disimulado, de un salto me incorporo y cuan malabarista me subo el pantalón, me pongo camiseta por fuera y antes de caer al suelo ya me he girado. Rápidamente, saco liado, dentro del otro saco que había al lado, un poco de escombro para que este más disimulado y término todo lo empezado.

Eso creía sin saber que mis problemas acababan de aparecer.

Meto el saco dentro del esportón, subo arriba y me dirijo al contenedor, bajando las escaleras de la calle, veo que se han llevado el container del papel, y el del escombro también. Sin saber qué hacer, por las escaleras arriba sube el Jefe de la empresa, me giro y comienzo a subir escaleras, haciéndome el disimulado (para qué coño habré cagado), arriba sale a la puerta de la calle el Pulier, otra vez la jorobé, él me dice que no me preocupe y que lo que llevo cargado (sin saber que dentro esta lo cagado), lo deje dentro del furgón, para tirarlo esta tarde en el almacén. Que alegría que me llevé pues este problema solventé.

Dos horas después, el Pulier, me mandó al furgón a por el nivel laser, para sacar unos niveles para los electricistas, ojú, menos mal que me ha mandado. Al abrir la puerta del furgón, con el calor allí acumulado, no veas el perfume que había montado el mandado que solté dentro del saco. Preparo el láser, subo para arriba, le digo al Pulier que voy a organizar la furgoneta (que falta le hacía), bajo para abajo, de repente otra vez el jefe (que cojones se le abra olvidado, si este ya se había marchado?), arriba deprisa, que viene la arquitecta, hagamos de todo limpieza. Pero señor, que no tenemos contenedor donde echar los escombros.

Eso no importa, en esportones al furgón.

Sí señor, Si señor sin quejarme respondo yo.

Una hora después la arquitecta está con nosotros, manda cortar una pared y a ello me manda mi Pulier, bajo al furgón, pero el martillo compresor no está, subo para arriba y se lo cuento a mi capitán, el me dá las llaves y me manda al almacén, donde tampoco hay hoy contenedor de escombros. Apilo los esportones llenos y me cojo otros vacíos, recojo el compresor y a picotear la pared a la obra regresé.

La tarde llego a su fin, el trabajo cesó, y como cada día conversando nos marchamos al Magazino (almacén de la empresa), donde al llegar ya habían traído los nuevos contenedores. Mire hacia donde había dejado los esportones, pero ellos ya yo estaban, en su lugar, había un cartel donde decían que cada tipo de basura tenía su propio contenedor. El Magazinero, había vaciado los esportones y encontró los sacos de papel, mezclado con el escombro. Menos mal que no abrió los sacos, porque se habría encontrado dentro el pastel. O si lo vio??. Siempre me quedara la duda…

Que cagada la de aquel día.

martes, 16 de abril de 2013


Canta y canta la rana Aldana, canta y canta en la mañana.
La rana Aldana está contenta, porque en su charca es la rana más bella. Ojos saltones, los de la rana Aldana, ojos saltones y salta y salta montones de veces.

En el estanque de la rana Aldana, ella estaba sentada, cuando paso Croky, el sapo gruñón.
Rana Aldana, que haces hay sentada, el sapo le preguntó,
Disfrutando del sol y la brisa, con una sonrisa contestó.
Siguió el sapo Croky, su lento caminar, y algo mas abajo al buho Casimiro se encontró.

Yo me llamo casimiro, porque todo lo miro.

Donde vas Croky?? Donde vas, con tu lento caminar??
Voy a la sombra, que hace mucho sol, con mala cara el sapo contesto.
Casimiro lo miró y le dijo: eres un sapo gruñón, nada malo te hice yo.
Croky le comento, es que la rana Aldana, canta y canta y canta durante toda la mañana, y el que viste de naranja, también canta que te canta.
Casimiro le contestó, es que llego la Primavera y todos contentos están.
CROC, Cork, Croky refunfuño y se marcho andando despacito, hasta su charco fresquito.
Seguía cantando Aldana, cuando llegaron las urracas Pi y Po, las urracas charlatanas
a Aldana preguntaron por el que viste de naranja y por Croky.

Aldana les contesto, Croky paso despacito hasta la charca de abajo, donde dice esta más fresquito, porque dice que le molesta tanto sol, aunque creo que lo que le molesta es que cante yo. Y  el de naranja no lo habéis visto??, jolines Pi que poco listo, el de naranja anda enrredado entre los hierros de la grúa que están montando.
Po le replico que había visto al señor gorrión y que le había dicho que hoy pan no les dejó.
Aldana contestó, es que no paro a comer, es que aun no comió. Po, ahora se lo cuentas al señor Gorrión.
Alzaron vuelo las urracas, y a Aldana le dijeron que se lo contarían, y volaron hasta lejos y ya casi no las veía.
Así transcurrió el día, y al caer la tarde, el de naranja ya muy, muy cansado a la tabla se acercó y con su navaja de trabajo, pan sobre ella corto, hizo muchos pedacitos porque los gorriones tienen chico el piquito, así que sobre la tabla el pan de cada día dejó.
Hasta mañana Rana Aldana, el de naranja se despidió
Hasta mañana campeón, Aldana le contestó.
Una pregunta hombre de naranja, porque tú hablas con animales, árboles y plantas y los demás humanos no??
Eso mismo la otra noche, una amiga me preguntó. Una niña llamada Irene que en persona no conozco yo, pero eso te lo contare mañana, porque a casa he de irme ahora.
Cantando el de naranja se marchó y cantando la rana Aldana en su charca se quedo, cantando, como no.

domingo, 14 de abril de 2013


… Y llegaron los hombres con sus grandes y ruidosas maquinas.

Llegaron para cambiar mi forma de vida, he de dejar atrás la verde ladera donde nací y me crié, la ladera donde he habitado toda mi vida. Dejo atrás el nogal, donde en sus hojas caídas me guarecía horas y horas, dejo atrás el almendro, florecido y desnudo de hojas, dejo atrás el bravío rosal y el pino. Dejo atrás mi amigo el erizo, la verde rana, la ardilla y la rata. Dejo atrás el senderillo de agua, que desde la montaña venía, lento reguero que todo el año brotaba y donde me remojaba.


Lo dejó todo atrás, no sin antes dar una ultima mirada. Mi lento caminar hará largo el camino, pero he de marcharme.

En mi lento caminar, me he encontrado con la rana, quien dice que probara suerte quedándose y quien me ha querido convencer, llamando a esto desarrollo.

Desarrollo?? Donde anidaran ahora los jilguerillos, los gorriones y demás pajarillos??  Llegó el hombre con sus maquinas y sacome de mi hábitat.

Quien es este de naranja, que anda sobre dos patas y me ha metido en una lata?? Quien es este de naranja, quien impide mi marcha?? Porque me ha guarecido en las piedras y lastras?? Quien es este de naranja??

Cesan los ruidos y mientras todos llenan sus panzas, viene a contarme historias el que viste de naranja. Casitas para los pájaros, nuevos árboles y nueva casa, zonas verdes, arroyuelo y hasta promete una charca,  esta noche hablaré con todos y veremos lo que pasa.

Llegada la noche, sin humanos ni amenazas comienza la reunión. Topos y ratoncillos, también la señora rata, la ardilla y la rana. Dos negros cuervos, las urracas, jilguerillos, gorriones y el mirlo que al alba canta, y todos bajo el nogal, comienza la reunión.

Silencio, silencio, callaros todos y hablad de uno en uno. Todos hablan, todos hablan.
Puso orden el sapo.


Sabéis que la obra será larga, en verdad queréis que demos confianza al de naranja??

A ti te salvo la vida, aunque te quejas que te metió en una lata. –dijo la rana- el camión te habría atropellado y bien lo sabes.

Los gorriones están de acuerdo, porque cuando come, deja pan sobre una tabla. El sapo hizo un desaire, frunció el ceño y mirando le preguntó a la señora rata.


Que opinas tú??  


A mi no me hizo nada, porque ando todo el día metida en las cloacas. Los topos y los ratones están de acuerdo, como la rana, porque ese trozo de tierra no va a ser tocada.

Los jilguerillos están de acuerdo, porque de madera les hará una casa y las urracas desde lejos serán las encargadas y vigilaran y nos contaran todo cuanto pasa. Los cuervos sabes que tienen el nido en la montaña, al igual que el señor mirlo, ese que canta al alba. Creo que eres el único que no se fía del de naranja, y digo por mi parte que la reunión queda terminada.

Hubo alegría y cuchicheos entre todos, pero el búho bajó de su rama y andando por las hojas húmedas se acercó diciendo:


Vais a fiaros de un ser humano?? Y si n os deja mañana?? Que será de vosotros?? Topos, ratones, sapo y rana??, yo puedo volar a distinta rama, al igual que los cuervos, la ardilla, el cuervo y las urracas.

Cállese señor búho, dijo la rana, cállese señor búho y démosle confianza, cállese y veamos que es lo que pasa mañana.

Así comienza la historia de un sapo y una rana, así comienza la historia de un trabajador de naranja. Así comienza una historia, que aun no está terminada.

Croky se llama el sapo, aun no se como llamar a la rana, ni al búho, ni al mirlo, tampoco a las urracas.

Os pido ayuda con los nombres. El sapo se llama Croky, y la rana?? espero respuestas mañana.
 

 

 

martes, 2 de abril de 2013


Ella comentó:

en persona de debes ser la ostia

Él escribió:

Quien sabe si el destino, nos deje vernos de nuevo y tomar una copa

Ella contestó que ojalá, después le pregunto por la hora de su nacimiento y se dieron las buenas noches.

 

Él apago la luz de su dormitorio, miró por la cristalera del balcón y vio el cielo despejado, las estrellas en el firmamento y comenzó a recordar…

 

Hace mucho tiempo de esto que voy a contar, por aquel entonces, no había teléfonos móviles, internet y mucho menos wasap, hace mucho tiempo, mucho tiempo ya.

Una calle empedrada, juegos de niños y niñas, de combas, peonzas, canicas y más, hace tanto tiempo que casi no llego a recordar, el mes y el año de lo que deseo contar.

 


 

 

Éramos niños aun, tus hermanos, mis hermanos, los vecinos, tú y yo. Jugábamos en un mundo sin maldad, lleno de felices momentos, de atardeceres de lluvia en invierno y de reuniones de vecinos en las calles  las calurosas noches del estío.

Recuerdo tu larga melena, las bromas de nuestras madres cuando te querían casar conmigo, mientras jugábamos en la calle como cosa de chiquillos.

Aun recuerdo la higuera aquella en la que tantas veces he subido a recolectar sus frutos y llevártelos de mis manos. Aquella higuera que había en el corral tras tu casa y la mía.


 

Cuantas y cuantas veces, te bañaste en la piscinilla que en el patio de casa hay, con aquel bikini azul, y larga melena siempre te recordare. Jugábamos en el agua, jugábamos como niños, reíamos y éramos felices, sin saber de nosotros que haría el destino. Muchas fueron las veces que recorrimos la calle, que jugamos a la pelota, que hasta muy tarde jugamos y siempre tan cabezota. Tú la llevas, yo la quedo, corríamos todos los críos sobre aquel empedrado suelo.

El destino nos separó, deje de ser ya tan niño, cuando fuiste más mujer y ya no jugabas conmigo. En aquel atardecer,  de gris el cielo teñido,  regrese de la sierra donde de montería había ido, aun recuerdo el billete que metí en mi bolsillo, eran quinientas pesetas las que llevaba ese hombre-niño. Quería invitarte a tomar algo, pero llegue tarde, tu ya te habías ido, aun guardo ese billete, entre paginas de un libro.



 

El tiempo fue pasando lento, ya no jugabas en la calle con los niños,  pues tenías otros amigos.  Muchas fueron las veces que a la higuera subí, mas nunca más estuviste para sus frutos recibir. Los días pasaban, cada uno por distinto camino, algunas veces te miraba mientras estabas con nuevos amigos, pero tú nunca miraste la cara de este niño. Así lo quiso el destino y a otro lugar te marchaste a vivir, pienso que antes de marcharte ya te habías olvidado de mí.

El destino nos ha llevado, a que de nuevo tengamos contacto, un amigo mutuo me dijo de ti y casualidades de la vida, yo conozco a alguien que también vivía allí.

Las nuevas tecnologías, cosa de estos días, tu rostro me ha devuelto, en las fotos de wasap, por supuesto.

No pude remediar llenar mis ojos de lagrimas al recordar tantas y tantas cosas que juntos vividos, la infancia sin maldad de cuando éramos niños, aquellos años felices que juntos todos vivimos. Hoy ya no queda la Higuera, de la que sus frutos comimos, pero queda mi jardincillo, con su jazmín a la entrada y la dama de noche al final del pasillo, ese pasillo que hasta la alberca nos llevaba siendo niños.

Hace tanto tiempo ya… que dejamos de ser niños…
Hoy no eres Fina, ni tampoco yo soy Seba, hoy somos dos destinos que la vida lleva.
 


 


 

lunes, 1 de abril de 2013


Andrea perdóname,

Miró sus cansadas manos, y mirándolas recordó lo que dejó atrás.


Un pueblo a orillas del Guadalquivir, según se mira aguas abajo, queda a la derecha, más a la derecha la Sierrezuela, algo más a la derecha, Sierra Morena y a la izquierda del río el valle de su mismo nombre, el valle del Guadalquivir, de tierras cultivables,  y se preguntó a sí mismo –Quien coño eres tú Pueblerino de mierda??

 Fijo su mirada en el sucio cristal de la barraca, de donde ya se habían marchado todos sus compañeros. La blanca nieve caía al otro lado, y recordó, recordó y recordó.


Pocos días hace que cambió de vivienda, de población y de forma de vida. Nuevos compañeros, nuevas adaptaciones, nuevos sentimientos. Poco antes de esto ocurrir, fue el regreso de su descanso navideño, no vacío de momentos duros, de momentos llenos de emociones y de una Noche Buena solitaria y vacía.

Antes, no mucho antes de esto, había vivido los más emocionantes días de trabajo, el hielo, las nevadas, las bajas temperaturas y los tensos momentos vividos profesionalmente, le habían llenado de vida, de deseos de continuar y de no cesar en sus metas a conseguir.
 

Corría el mes de Octubre 2012, cuando su vida dio un brusco giro, por aquel entonces, alguien extraño entro en su vida profesional, quien le motivo con mas deseos aun de los que él ya tenia. Motivaciones no le faltaban por aquel entonces, como no le faltan ahora. Luchar, luchar y luchar, eran las metas de su vida.

Fue en Agosto del mismo año, cuando cantaba bajo el sol, un viernes cualquiera, cantaba, y cantaba, y cantaba a eso de las tres de la tarde. El sol, el césped, las piedrecillas que tenía que retirar una a una, para dejar pulitos los restos de trabajo. Aquel día un compañero amargado y cabreado por el trabajo que estaba haciendo, le mando callar en sus cantos y él tan solo le contestó – Si estas enfadado vete, vete a casa que yo terminare. Por hacer esto, no me veo menos preciado en mi trabajo, vete, yo término.-

Él trabajo hasta la caída del sol, para hacer un trabajo que le haría ganar puntos en su carrera, su compañero, cuan niño de diez años, se marcho a las 3:30 esgrimiendo un falso dolor de cabeza por el sol. Aquella tarde, su jefe, no solo le agradeció el trabajo realizado, sino que le recompensó con el importe de un vuelo a su tierra y unos días de descanso para “su feria”. Hermosas horas extras las de ese viernes.


La Semana Santa del 2012, desgraciadamente se anticipó, haciendo su calvario más duro y más insoportable, esa Semana Santa, se adelantó 5 días por el fallecimiento de su Madre. Él, casi sin ganas regreso a tierras de su nacimiento, para sepultar el Amor. Sepultó en pocos días, el Amor de su Madre, sepultó en su Vida, la que decía ser su mujer, sepulto en esos días la amistad de amigos de la infancia, sepulto en esos días, las relaciones con familiares, que lejanos de sentimientos, le criticaban acciones realizadas. Sepulto en aquellas fechas, casi toda una vida de esfuerzos.

Por aquellos entonces, su trabajo además de agradable para él, era una nueva experiencia, conociendo nuevos métodos de trabajo, nuevas formas de realizar lo que toda la vida él había hecho. Era por esas fechas cuando descubrió las envidias de algunos de sus compañeros, incluso de aquellos a los que el mismo había conseguido dar trabajo y estabilidad.  Conoció la verdad de esas personas que vivieron de él y que a sus espaldas  le traicionaban, le levantaron falsos testimonios y le quisieron hundir profesionalmente. Todos estos que cada noche compartieron mesa con él unos meses, cada viernes desde Septiembre del año anterior, le tiraban por tierra ante el hombre grande de sombra negra. Aquel de quien solo podrían salir hermosas palabras de la boca de él, aun habiendo tenido pequeños enfrentamientos a causa de estos llamados Espanyoles, Valencianos sin personalidad, Catalanes Andaluces (los peores de todos),  y sobre todo, del peor, un Catalán de Montoro, de esa localidad Cordobesa.

La Navidad de 2011 al 2012, la pasó en su tierra, en el valle que lleva el nombre del río y a los pies de su Sierrezuela. Pasó muchos días queriendo comprender lo que se le avecinaba, pero tenia mas puesta la cabeza en sus metas a conseguir, que en buscar explicaciones a ciertas cosas, mas que nada por no desear ver la realidad.

Noviembre y Diciembre de 2011, habían sido meses duros, muy duros, no solo en cuanto al trabajo, sino a la adaptación de su cuerpo a estas bajas temperaturas.

Hubo meses en los que no llegaba a ver el sol,  los trabajos en tunelación eran de largas jornadas bajo tierra, pero su cuerpo, aguantaba esbelto y altano cuan abeto de estas tierras nuevas para él.


Puro como aire de la mañana en el bosque, había comenzado una nueva faceta en su vida, sin dejar nunca sus metas a conseguir. Luchaba en largas jornadas en las entrañas de la tierra, demostraba sus conocimientos a sus superiores, lograba por pequeños pasos, pero incesantes cuanto había venido a encontrar en estas nuevas tierras de frondosos bosques, de verde mirar, tierra de lenguas extrañas y entremezcladas, tierras que lo adoptaron y que aun estaban por demostrarle las caras buenas y malas de sus gentes, de sus días y de sus estaciones, porque según contaban y ahora él ha podido comprobar, aquí si hay Invierno, si hay Primavera, si hay Verano y por supuesto hay Otoño.

 

Lloró cuan niño aquella noche, ante la imagen de su patrona. Era Septiembre de 2011, la procesión, con San Sebastián y Su hermosa Virgen de la Salud, le oprimió  un fuerte nudo en la garganta, su hija, apretaba sus manos y le decía con su hermosa voz

 –Papá, no llores, cada año vendremos a verla, cada año venimos de vacaciones y la vemos, pronto estaremos juntos y me tendrás que enseñar cuantas hermosas cosas cuentas de aquellas tierras, y cada año venimos a verla, te quiero papá-

 

Era un 16 de Julio, era el 16 de Julio de 2011, cuando él salía de mañana de su casa, no quería que nadie le acompañara, que nadie le despidiera. Salio de su casa, una maleta con poco más de dos camisas, 3 calzoncillos, 4 pares de calcetines, otro par de pantalones, un pequeño neceser y no mas de 400 € en la cartera. Miro atrás su calle, se despidió de ella, se monto en el tren que lejos le llevaría y desde la ventanilla de ese tren, se despidió aguas arriba.

Quedaba ya a unos kilómetros, aguas abajo, su pueblo, a la derecha la Sierrezuela, mas a la derecha Sierra morena, a los pies del pueblo el río Guadalquivir y a la izquierda el valle de su mismo nombre.

Queda hoy lejos de mí, sus amaneceres, sus gentes y sus costumbres, sus formas de hablar y sus cipotitos malenos. Gracias a todos, Os Quiero.


Perdóname  Andrea, si en algo falle, quizás solo sea en lo mucho que he Amado. Perdóname si ese fue mi pecado.

jueves, 21 de febrero de 2013

Noche de Dioses


Implore en esa noche a Achelóo, dios de la virilidad masculina de los antiguos Iberos. Por los cristales podía ver la claridad de la noche nevada. Tú llegaste a mí, como traída por la Diosa Arianrhod, diosa Celta de la noche, encantadora y hechizadora de amantes bajo la luz de la luna.

 


 
Tus palabras sonaron hasta el más profundo de los rincones interiores de mi cuerpo. Tu coquetería de quinceañera me sedujo en algo envuelto entre deseo y temeridad. Cazaste mi deseo, con tu flecha de entrega, como lanzada por manos expertas que sabían donde clavar, para dar amarga  dulce muerte.

Deje de un lado los miedos, para dedicarme a tus deseos, y tocado por el Dios Tyr, tome el valor suficiente para en esa noche cumplir tus deseos.

Tus labios estaban hambrientos y necesitados, deseosos de deseos incumplidos. Tu cabello cayó sobre mi vientre, tus manos sobre mi cuerpo. Mis apetitos crecían por segundos, tu caricias calmaban mis codicias, me encendías cuan volcán que yo intentaba sofocar, para no erupcionar súbitamente.
Fueron tus caricias mil, tus besos millones, tus deseos crecían y mi cuerpo se dejaba hacer por tu capricho. La noche trajo una entrega que por ser distinta, me lleno de múltiples éxtasis en uno mismo. Rozamos nuestros cuerpos desnudos sin más testigo que los lentos copos de nieve que caían tras el cristal en la fria noche.

Clavaste en mí tu flecha de deseo, me distes a mí, tu dulce miel a probar. Me hipnotizaste, cuan hechicera experta y yo me deje hacer, para de tu cuerpo la esencia tomar. Tu espalda contra mi pecho, mis labios sobre tu cuello, mis manos acariciando tu cuerpo… Cuan magnifica entrega, de deseos llena. Cuan deseo saciado en la noche plena.

Dejo atrás lo que los Árabes llamaron, el negro río de Lobos, para vivir la alegría de mi vida, siendo ahora Laureado, del Latín “Laurus”, como los antiguos Griegos dirían.
 

miércoles, 20 de febrero de 2013


Estaba comenzando a amanecer aquel día. Entre nubes grises y grandes claros en el cielo. Mis ojos vieron donde poder hacer una foto para el recuerdo y pare mi camino, para poder sacar esa instantánea. Entre las torres de las dos carpas, había una estructura metálica donde colgaba el nombre del circo, el sol estaba tras el cartel en el horizonte y busque el encuadre para poder sacar ese memento.


Andaba mirando como hacerla, casi hablaba a solas y sin darme cuenta, apareciste de la nada, con tu cara pintada de payasa, con una exquisita voz que me dijo – ciao, Ciao, buongiorno, come stai? Y casi nervioso y casi sin saber responder, en un Italo-Español, conteste que bien, que andaba haciendo una foto y que perdonara por colarme sin permiso, que me marchaba rápido.

Ella me dijo que no pasaba nada, que podía estar allí cuanto tiempo necesitase y que si quería me podría enseñar algo más del circo.


Su rostro pintado me confundía en esa mañana, paseamos por el circo, hicimos fotos, hablamos y medio nos entendíamos, y después me pidió que la acompañara a desmaquillarse, y que tomáramos un café.

Mire absorto como se quitaba el maquillaje, como metódicamente, su cara quedaba al descubierto, sin pinturas y como sus ojos aun después de desmaquillarse seguían teniendo esa profundidad que me cautivaron, una mezcla de tristeza, emoción, y brillo de vivacidad.

Tomamos ese café, hablamos, bromeamos y después quise despedirme para no incordiar más en la vida de tan amable persona. Pero el destino me tenía guardada otra sorpresa mayor en aquel día. Ella me dijo que donde iría, que era su día libre y que necesitaba salir del circo y desconectar por unas horas. Casi no supe contestar, pero ella se adelanto diciéndome que si comíamos algo junto al lago, que tenía ganas de visitarlo y de pasear. Así lo hicimos, después de tomar juntos un tranvía, dimos la vuelta por la ciudad de Zurich, recorrimos en aquella mañana todos los lugares montados de tram en tram, hasta llegar a las orillas del lago, donde bajamos para comer un hot-dog y una cerveza, que envueltas en un papel, y lata en mano llevamos a la orilla del lago, por donde caminamos por varias horas, disfrutando del sol que acababa de salir tras las nubes y que nos acompañó el resto de la jornada.

Caminamos por QuaiBrucke, paseamos por UtoQuai, a orillas del lago y poco a poco nos conocimos, casi sin quererlo. Hablamos por horas, paseamos, nos reímos, nos contamos penas y alegrías y disfrutamos de una tarde maravillosa.

 

Cuando el sol caía por el mirador de  Uetliberg, nos miramos como niños de 15 años y en sus ojos pude ver un rayo de felicidad, parecían haber cambiado de la mañana a la tarde.

Ella me pidió que la acompañase a cenar, a lo que no pude negarme, de todas maneras el día siguiente no tenia que trabajar y daría igual dormir unas horas menos. Y  que le diera unos minutos para cambiarse de ropas. Regresamos al recinto del circo, sin dejar de hablar, sin dejar de reír y sobre todo, sin dejar que nadie entrase en aquel círculo dorado que habíamos creado en solo 10 horas juntos.

 

Espere mas de 45 minutos junto al coche, hasta que ella apareció con un pantalón baquero, una camisa blanca que dejaba entrever su ropa interior, y una rebeca de color crema preciosa. Estaba magnifica, su cara casi sin maquillaje, sus manos delicadas y sus pendientes mezcla de coquetería árabe, mezclados con colores diversos. Quizás en ese momento, debería de haber hecho otra cosa, pero solo se me ocurrió, apagar el cigarro que había entre mis dedos,  dejándolo caer al suelo, pisándolo con la puntera de mis zapatillas y abrirle la puerta, absorto por su belleza, a lo cual ella me sonrió y yo le dije lo hermosa que estaba. Quizás fuera el destino, quizás la providencia, o quizás estuviese premeditado, porque se acerco a nosotros un hombrecillo de poco mas de 1,20 mt. y le entrego una rosa amarilla, diciéndole con su minúscula voz varias cosas en francés que casi no pude entender por el susurro de sus voces. Después corrió rápido delante del coche, alzando su mano como queriendo inmovilizar mis movimientos y se acerco a mi ventanilla.

Me miro fijo a los ojos, pude observar en su rostro una mirada de paternidad, de protección, de desafió, y me dijo en Italiano -questa donna è la migliore rosa nel mio giardino. Cercare di non portarla in rovina.- cosa que casi comprendí por instinto, mas que por conocimiento del idioma.
 

Fuimos a mi apartamento, ella decidió esperar paseando por los alrededores, por entre los árboles, por aquel sendero de que durante el día yo le había hablado. Me duche a la carrera, me puse mi mejor camisa, mi pantalón de pinzas y perfume levemente mi cuello. Baje apresurado y en el cristal del coche había una nota, “recógeme en el sendero, donde los árboles que me contaste ocultan el banco de tus llantos”. Me encamine hacia el lugar, donde desde lejos observe su rostro de perfil, ella se giro y me sonrió y con sus dedos seco una lagrima de sus mejillas. Me senté, y al mismo tiempo ella se puso de pié, y me invito a irnos, pero sujete su mano y ella me miro, como por arte de magia y sin mediar palabra se sentó y me dijo en voz suave, “ahora vamos a cenar”, nos pusimos de pie los dos y caminamos hasta el coche, sin mediar palabra.

Quise entablar conversación mientras conducía, pero ella me sello mis labios con sus dedos y moviendo su cabeza. No hubo más palabras hasta llegar al parking del restaurante donde ella había programado el GPS.

 

La cena fue magnifica, una ensalada magnifica, unos espaguetis con salsa boloñesa, un vino Italiano y para colmo, a la llegada del postre, un helado de tiramisu, nos llego un violinista tocando. La luz de las velas de la mesa, la presencia de solo 4 comensales mas en el recinto, la camarera tan atenta, y su miraqda fija en mí, me hicieron creer que vivía un cuento, mas que una cena.

Pedí la cuenta, pero la camarera me entrego una nota donde ponía que los señores de la mesa estaban invitados por la casa. La mire y ella me sonrió diciéndome en italiano -signori, buonasera- nos marchamos dejando una buena propina y dandole las gracias.

 

Ella me pidió regresar al mismo lugar donde estaba sentada, al banco de la orilla del rió, y sin dudarlo puse rumbo a aquel lugar. Aparque el coche y ella me tomo ventaja mientras yo cerraba el auto. La seguí unos pasos atrás, casi sin querré alcanzarla y pensando en como acabaría la noche. La luna es testigo de cuanto digo.

Una vez sentados en el banco, ella me pidió que callara, que cerrara los ojos y que me relajara. No sabia que pasaría, la mire y me asintió con la cabeza. Me hablo en Italiano palabras que aun hoy resuenan en mi mente. Después me pidió que no abriera los ojos y que por favor, no dijese nada. Y asentí con la cabeza.

Su voz entono una hermosa melodía, una canción que he hecho el himno de mi vida, una canción que canto cada vez que me siento triste, cada vez que desfallezco y cada vez que me encuentro feliz.

La luna vuelve a ser testigo, de como mi bello se erizo, de como me estremecí y de como pensé en besarla, pero no quería interrumpir tan hermosa melodía, mas por terminar de escucharla que por no romper la promesa.

Después de terminar me quede con los ojos cerrados por mas de un minuto, hasta que sentí sus labios rozando los míos.

La noche nos embrujo, la luna casi llena nos cautivo, y nuestras ganas de terminar de vivir lo comenzado, nos hizo dejar sueltas nuestras riendas.

Más de una hora paso, entre sus palabras dulces en Italiano, entre besos caricias y cuerpos desnudos y después nos retiramos no sin antes anotar ella en el GPS, la dirección donde tenía mi destino.

Llegamos, ella hablo con una señorita muy agradable, casi pille la conversación, después le entrego unas llaves y nos dirigimos a la 5 planta. Besos a mil miradas de complicidad, pero ni media palabra por parte de ninguno de los dos mientras el ascensor nos elevaba al 5 cielo.
 

Cama grande y esponjosa, miradas sin luz, salvo la que entraba por el ventanal, champaña dentro y fuera de las copas, piel con piel, labios contra labios, caricias, susurros y mas de un bocado en las orejas. Éxtasis total y el reloj seguía caminando hacia el amanecer. Cada hora nos avisaba de que nos quedaba menos tiempo, cada vez que avisaba, nos poníamos más tiernos, hasta llegar a caer exhaustos.
 

Aun recuerdo su cuerpo al trasluz de la luna, junto a la cristalera mirando al lago. Desnuda, solo una copa de champan en una mano y un cigarro en la otra. La mire por más de cinco minutos sin intermediar palabra y después me quede dormido.

Las claras del nuevo día me desvelaron sobre una cama vacía. La ducha estaba derrochando agua a doquier y una cancioncilla sonaba en el tarareo de una exquisita voz.

Nos duchamos juntos, nos besamos y después desayunamos. Me pidió que la llevara a donde la conocí y sin dudarlo la lleve. Antes de bajar del coche, me entrego un sobre y me pidió que lo leyera en casa. Me beso en los labios y me dijo que hasta la noche.

En la soledad del banco donde la noche anterior había vivido mi más magnifica experiencia hasta ese día ley lo que el sobre contenía.

El día paso como por arte de magia y en la noche, asistí donde tenía que asistir. Primera fila, Gran espectáculo, exquisita noche y el hombrecillo de poco más de 1,20 mt. se me acerco al terminar la actuación, donde me dio las gracias por devolver mas hermosa la rosa y me entrego un sobre. Nunca mas la he vuelto a ver. Nunca mas hemos interferido ninguno en la vida del otro, aunque cada comienzo de mes, el teléfono suena.
Escuchadla por favor.
 
http://www.youtube.com/watch?v=yHFzO32_at4

viernes, 15 de febrero de 2013


Aquella mañana, era yo más joven de cuerpo, que no de deseos, alma y espíritu.

Aquella mañana él tendría la edad que yo tengo ahora, yo era niño, él adulto.

Aquella mañana aprendí a darle importancia a hacer algo con tus manos, con los pensamientos en los demás, con tus deseos de dar, con tus esperanzas de ver caras de felicidad.

Aquella mañana, tan solo aprendí a cocinar algo para los demás.

Aquella mañana aprendí que cuando dedicas tu tiempo a personas que aprecian los actos que realizas, los esfuerzos, las gotas de sudor, los malos momentos vividos, el dolor y todo cuanto venga, no tiene importancia.

 

Aquel día, llovía sobre la calle de mi pueblo, pero él no ceso ni un momento, salio al huerto, se mojó, entro a la cocina, continuó con su ajetreo, se movía como si su cuerpo fuese al compás de una coreografía ya ensayada por cientos de veces, por días y días. Aquel día el me enseño a dar.

 

Era yo pequeño y me limitaba a pelar patatas, a mirarlo con cara de bobo. Lloro hoy al recordar aquel día, él me estaba enseñando una de las muchas lecciones que en la vida me enseñó casi sin quererlo hacer. Aquel día llore por la cebolla, hoy lloro al recordarlo.

 

Entro ella a la cocina, me miró y sin palabras me lo dijo todo. Yo me sonreí y continué pelando las cebollas. Se burló de él, diciéndole creo que necesita un poco mas de sal “eso que estas haciendo”, y sin probar nada me miró y volvió a salir por la puerta de la cocina. Solo había entrado a ver sus quesos frescos que aun estaban envueltos en el esterillo y sobre la tabla escurriendo suero.

 

Él me dijo con su voz que nunca podré olvidar –Seba trae de la despensa una garrafa de aceite-, aquel aceite que comíamos con tanto orgullo, pues era fruto de nuestros Olivos y recogido con las manos de todos, con nuestras manos. Añadió aceite, y después mirándome con su cara de Hombre-Niño, me dijo con un gesto de mímica, ahora nos toca fregar todo lo que ensuciamos, que después vendrá Doña y nos regañará, y juntos fregamos todo, el fregaba y yo secaba.

 

Después de aquello, llamamos a los hermanos, los despertamos, les hicimos el desayuno y los dejamos frente a la chimenea que ardía desde tempranas horas quemando esas raíces de olivo que días antes habíamos cortado a base de cuñas, maza y sudor. Él me guiño, yo le seguí y regresamos a la cocina, donde dimos vuelta a la comida, dimos un giro a los quesos frescos, entramos a la despensa, pesamos con la vieja romana las patatas, las cebollas, sacamos del gran arcón de madera tocino de la matanza, lo repartimos en bolsas iguales, esta vez pesado con el pequeño peso amarillo que no iba mas allá de 10 Kg. Todas las bolsas fueron iguales, pero después a cada una hecho algo más de cualquier cosa, salvo la de Mari Carmen y Manolo, aquella siempre llevaba mas de tocino, mas de patatas, mas de carne de ciervo. La de Antonia, siempre tenia que echar un poco más de cosas distintas, porque a Pepe le encantaba. La de Pepín y Simona tenía mas cosas y mas cariño, La de Andrés era siempre la más repleta. Siempre me pregunte porque pesábamos todo si después a cada uno le daba mas cosas, le echaba mas detalles, le ponía mas cariño.

 

Dieron las 11 y toda mi familia de Sevilla llegaron en sus coches, Aun recuerdo el R-8 del tito Andrés, el Renault rojo de tío Pepe, el Citroen Diane azul del tío Manolo.  Bajaron todos, Primos, tíos, primas y la gran fiesta comenzó.

 

Él me enseño lo que significa Familia. Aquel día disfrutamos, jugamos, salio el sol, todos estábamos contentos, había unidad familiar. Aquel día mi prima Rocío se cayó al suelo y se araño sus rodillas, cojimos Jazmines, cortamos rosas, reímos, comimos, y recuerdo que el Tío Andrés, se tomo el solo casi una caja de Cervezas, jajajajjaja aun lo recuerdo, “sobrino tráeme la de tu padre que no se la tomará”, Fuimos al bar Calabria, jugaron los hombres al dominó, las mujeres quedaron en casa hablando de la familia, de las comidas, de los niños.

Corríamos los niños por el gran patio, jugábamos al pillar, a saltar, a la tanga, a la lima, a todo lo que podíamos jugar.

Aquella tarde llegó una furgoneta de matricula extranjera, cargada de personas, una wolsvagen alemana que había recorrido muchos kilómetros para traernos a más primos, a mas familia a mis Tíos José y Enriqueta, mis padrinos.

La noche cayó sobre nosotros, aun reíamos, jugábamos Keti, Andrea, Joselin… estaban todos, todos.

Haciendo cálculos, en aquella casa aquel día dormimos mucha gente. Más de 14 adultos, más de 30 niños, jajajjaajja recuerdo los colchones tirados por el suelo en aquel salón grande y como revueltos dormimos hasta el amanecer. Recuerdo también como le conté a Maria Luisa y a Maria José la historia de la cabeza de jabalí que teníamos colgada en casa.

 

Ese día El me enseño muchas lecciones. La importancia de la comida que con cariño había hecho para todos, la importancia de dar sin pedir, la importancia de la Familia.

 

Os quiero a todos y a cada uno, aunque la vida no me haya dejado decíroslo como quería. Os quiero.

 

Séquense las lagrimas de mis ojos ahora, no por culpa de la cebolla, sino por el recuerdo de aquellos momentos a los que hoy doy tanta importancia.

 

viernes, 4 de enero de 2013


Duele la distancia…

Duele los 2.500 Km. que cada día me separan  de ti. Duelen, porque cuando se quiere duele la distancia.

Algunos días despierto con mis ojos llenos de agua salina, que resbalan hasta mis labios. Algunos días las distancias kilométricas son tan cortas, que hasta creo sentir tu respiración junto a mí. Esa distancia kilométrica que nunca pudo separarme de ti. Esos días huraños, distantes, de largas caminatas recordando tus risas, esos días de llantos silenciosos que me llenan de vida, de lucha, de desafíos hacia el destino… Esos días no duelen.

No duelen las llagas de mis pies, no duelen las largas horas de frío, no duele el dolor…

Mundo Mundano, hoy la cercanía de mi hija, duele más que esa distancia kilométrica. Hoy la distancia que nos separa, es solo un cristal, el ancho de la calle y una pared que nos separa. Duele mas esta distancia que la distancia que recorre ese avión en poco más de 2 horas.

Duele saberte hay, y no ver tu sonrisa. Querida hija mía, qué cercana estas y qué lejana te siento. El no verte, el no sentir tus dicharacherias…

Un cigarro, una cerveza, una falsa risa y nueva mirada al cristal. Pensamiento de tristeza, tan lejos tu de mi, tan cerca yo de ti.

Duelen más estos menos de 100 mt. que los más de 2.500 Km.

Querida Hija mía, y yo que culpa tengo??.

Hoy mi vida dio un giro.

Escrito por un padre maltratado, un padre que sufre violencia de genero, un padre distanciado de su hija, un padre que no desea juicios ni juzgados. Solo un padre.