viernes, 12 de agosto de 2016

Bajito y nervioso a la hora de trabajar. Italiano y para más Inri, de Calabria, pero no del bar que lleva el mismo nombre en mi Pueblo, de donde me siento asiduo y como en casa.
Los naturales de Calabria, tienen el gentilicio de Calabrés o calabresa. En la lengua calabresa, se escribe Calàbbria; en grecocalabrés: Calavría, pero no me voy a extender más en estos datos y os contaré algo de la semana 32/16 (semana 32 de 2016, comprendida desde el Lunes 8 de agosto al domingo 14 de dicho mes).
El lunes como sabéis, estaba nervioso pues tenía que cambiar de batalla y de capitán. Este capitán simpático y maravilloso (como el equipo que conforma este batallón), me ha enseñado muchas cosas de una de las pocas ramas de la construcción que aunque no la desconocía, casi no había trabajado en ella. Cada uno a su manera, me ha ido enseñando los secretos que se guardan en este ramo. Otero, un gallego simpático, siempre me aconsejaba y me dirigía cómo  hacer las cosas. Al final este viernes, ya sabia de memoria el orden de las herramientas en la camioneta. José, un portugués simpático, poco hablador pero buen compañero, también me enseñó a ser soldado sin galones, y a tener algo más de vista en este gremio. Otero, el Gallego, se ríe de mí pues la pala, en alemán Schaufel, me la cargo al hombro, cuan buen militar carga su armamento y todos los demás han sido maravillosos, pero este Capitán Calabrés, me ha echo sentir más útil aún y me ha enseñado con sus formas y sus maneras algunos secretillos ocultos.
Para ser mi primera semana entera en asfalto, Belag, asphalt, en Alemán Suizo, ha sido una experiencia inolvidable, tanto por las personas que componían la compañía, como por la experiencia vivida. Aún sin ser un experto, creo he ganado la simpatía de la compañía y yo nunca podré olvidarlos, pues además de trabajar alegre y contento, he trabajado en un gran equipo.
Por ellos, por todos y cada uno de ellos, deseo tomarme una cerveza en la terraza de casa a mi llegada. Brindaré y alzaré mi copa por todos y cada uno de los que está hermosa semana, me han dado sus sonrisas, sus energías y sus conocimientos. El lunes regreso con ellos, pero el martes me cambian de batallón. Hoy bromeando con ellos, les decía que me echarán de menos cuando me marché a otro grupo, pues el jefe de personal así lo dispuso, pero en realidad, soy yo quien los añoraré incluso antes de irme.
Siempre me queda la posibilidad de verlos por el magazino (el almacén general de la empresa), de bromear con ellos y de sacar una sonrisa en cada uno de ellos, con una frase suelta a destiempo.
Esta semana me llovió encima dos veces, pase frío y el agua caló hasta mis calzoncillos, po no abandone mi puesto de batalla, me salieron durezas en las manos, pues hacía mucho tiempo que no tiraba tanto de carreta y pala. Sentí mis pies arder por al calor del asfalto caliente, metí la pata en algunas ocasiones, aprendí más de lo que imaginaba que podría aprender, no me queme con el alquitrán caliente derritiéndose al calor del fuego, estuve en una pista de aterrizaje de aviones militares, en una carretera que asciende a la montaña, bromeamos, reí y llore de felicidad. Una gran semana casi para no olvidar, quizás solo comparable a la segunda semana con Francesco, otro Italiano que tiene cautivado mi poder Guerrero.
Mientras el tranvía me lleva a casa, escribo esto y miro al azul del cielo, donde está mi inspiración. Ellos, desde arriba guían mi caminar, y cada vez que pestañeo me transportó a 2.500 km de donde estoy y veo a mis hermanos, a mis familiares, los de toda España, no sólo de Posadas, a los que están, a los que no están en persona pero si en mi vida y mi memoria. A mi hija, la fuente de energía que me transporta a donde nadie puede transportarme. Son solo una pocas de paradas las que me separan de casa, porque ahora y tras 5 años en estas tierras, si puedo decir que tengo casa y los más importante de todo, es que alguien me espera en ella.
Aún me queman los pies del día trabajado. Nunca olvidaré este viernes, nunca podré agradecer a Dios, lo muy feliz que me hace con este precioso y dulce sacrificio que se llama trabajo y que yo aún no comprendo porque muchos lo maldicen. Mañana... Bueno mañana será otro día. Banco, mirar tu cara preciosa, un rato de escuchar alemán, llevar reportes de trabajo y sobre todo, ante todo y pese a todo, vivir. Porque? Porque mañana es otro día, otra aventura y otras lágrimas derramadas por quienes no pueden vivir la intensidad de vivir.
Bajito y nervioso a la hora de trabajar. Italiano y para más Inri, de Calabria, pero no del bar que lleva el mismo nombre en mi Pueblo, de donde me siento asiduo y como en casa.
Los naturales de Calabria, tienen el gentilicio de Calabrés o calabresa. En la lengua calabresa, se escribe Calàbbria; en grecocalabrés: Calavría, pero no me voy a extender más en estos datos y os contaré algo de la semana 32/16 (semana 32 de 2016, comprendida desde el Lunes 8 de agosto al domingo 14 de dicho mes).
El lunes como sabéis, estaba nervioso pues tenía que cambiar de batalla y de capitán. Este capitán simpático y maravilloso (como el equipo que conforma este batallón), me ha enseñado muchas cosas de una de las pocas ramas de la construcción que aunque no la desconocía, casi no había trabajado en ella. Cada uno a su manera, me ha ido enseñando los secretos que se guardan en este ramo. Otero, un gallego simpático, siempre me aconsejaba y me dirigía cómo  hacer las cosas. Al final este viernes, ya sabia de memoria el orden de las herramientas en la camioneta. José, un portugués simpático, poco hablador pero buen compañero, también me enseñó a ser soldado sin galones, y a tener algo más de vista en este gremio. Otero, el Gallego, se ríe de mí pues la pala, en alemán Schaufel, me la cargo al hombro, cuan buen militar carga su armamento y todos los demás han sido maravillosos, pero este Capitán Calabrés, me ha echo sentir más útil aún y me ha enseñado con sus formas y sus maneras algunos secretillos ocultos.
Para ser mi primera semana entera en asfalto, Belag, asphalt, en Alemán Suizo, ha sido una experiencia inolvidable, tanto por las personas que componían la compañía, como por la experiencia vivida. Aún sin ser un experto, creo he ganado la simpatía de la compañía y yo nunca podré olvidarlos, pues además de trabajar alegre y contento, he trabajado en un gran equipo.
Por ellos, por todos y cada uno de ellos, deseo tomarme una cerveza en la terraza de casa a mi llegada. Brindaré y alzaré mi copa por todos y cada uno de los que está hermosa semana, me han dado sus sonrisas, sus energías y sus conocimientos. El lunes regreso con ellos, pero el martes me cambian de batallón. Hoy bromeando con ellos, les decía que me echarán de menos cuando me marché a otro grupo, pues el jefe de personal así lo dispuso, pero en realidad, soy yo quien los añoraré incluso antes de irme.
Siempre me queda la posibilidad de verlos por el magazino (el almacén general de la empresa), de bromear con ellos y de sacar una sonrisa en cada uno de ellos, con una frase suelta a destiempo.
Esta semana me llovió encima dos veces, pase frío y el agua caló hasta mis calzoncillos, po no abandone mi puesto de batalla, me salieron durezas en las manos, pues hacía mucho tiempo que no tiraba tanto de carreta y pala. Sentí mis pies arder por al calor del asfalto caliente, metí la pata en algunas ocasiones, aprendí más de lo que imaginaba que podría aprender, no me queme con el alquitrán caliente derritiéndose al calor del fuego, estuve en una pista de aterrizaje de aviones militares, en una carretera que asciende a la montaña, bromeamos, reí y llore de felicidad. Una gran semana casi para no olvidar, quizás solo comparable a la segunda semana con Francesco, otro Italiano que tiene cautivado mi poder Guerrero.
Mientras el tranvía me lleva a casa, escribo esto y miro al azul del cielo, donde está mi inspiración. Ellos, desde arriba guían mi caminar, y cada vez que pestañeo me transportó a 2.500 km de donde estoy y veo a mis hermanos, a mis familiares, los de toda España, no sólo de Posadas, a los que están, a los que no están en persona pero si en mi vida y mi memoria. A mi hija, la fuente de energía que me transporta a donde nadie puede transportarme. Son solo una pocas de paradas las que me separan de casa, porque ahora y tras 5 años en estas tierras, si puedo decir que tengo casa y los más importante de todo, es que alguien me espera en ella.
Aún me queman los pies del día trabajado. Nunca olvidaré este viernes, nunca podré agradecer a Dios, lo muy feliz que me hace con este precioso y dulce sacrificio que se llama trabajo y que yo aún no comprendo porque muchos lo maldicen. Mañana... Bueno mañana será otro día. Banco, mirar tu cara preciosa, un rato de escuchar alemán, llevar reportes de trabajo y sobre todo, ante todo y pese a todo, vivir. Porque? Porque mañana es otro día, otra aventura y otras lágrimas derramadas por quienes no pueden vivir la intensidad de vivir.