lunes, 1 de abril de 2013


Andrea perdóname,

Miró sus cansadas manos, y mirándolas recordó lo que dejó atrás.


Un pueblo a orillas del Guadalquivir, según se mira aguas abajo, queda a la derecha, más a la derecha la Sierrezuela, algo más a la derecha, Sierra Morena y a la izquierda del río el valle de su mismo nombre, el valle del Guadalquivir, de tierras cultivables,  y se preguntó a sí mismo –Quien coño eres tú Pueblerino de mierda??

 Fijo su mirada en el sucio cristal de la barraca, de donde ya se habían marchado todos sus compañeros. La blanca nieve caía al otro lado, y recordó, recordó y recordó.


Pocos días hace que cambió de vivienda, de población y de forma de vida. Nuevos compañeros, nuevas adaptaciones, nuevos sentimientos. Poco antes de esto ocurrir, fue el regreso de su descanso navideño, no vacío de momentos duros, de momentos llenos de emociones y de una Noche Buena solitaria y vacía.

Antes, no mucho antes de esto, había vivido los más emocionantes días de trabajo, el hielo, las nevadas, las bajas temperaturas y los tensos momentos vividos profesionalmente, le habían llenado de vida, de deseos de continuar y de no cesar en sus metas a conseguir.
 

Corría el mes de Octubre 2012, cuando su vida dio un brusco giro, por aquel entonces, alguien extraño entro en su vida profesional, quien le motivo con mas deseos aun de los que él ya tenia. Motivaciones no le faltaban por aquel entonces, como no le faltan ahora. Luchar, luchar y luchar, eran las metas de su vida.

Fue en Agosto del mismo año, cuando cantaba bajo el sol, un viernes cualquiera, cantaba, y cantaba, y cantaba a eso de las tres de la tarde. El sol, el césped, las piedrecillas que tenía que retirar una a una, para dejar pulitos los restos de trabajo. Aquel día un compañero amargado y cabreado por el trabajo que estaba haciendo, le mando callar en sus cantos y él tan solo le contestó – Si estas enfadado vete, vete a casa que yo terminare. Por hacer esto, no me veo menos preciado en mi trabajo, vete, yo término.-

Él trabajo hasta la caída del sol, para hacer un trabajo que le haría ganar puntos en su carrera, su compañero, cuan niño de diez años, se marcho a las 3:30 esgrimiendo un falso dolor de cabeza por el sol. Aquella tarde, su jefe, no solo le agradeció el trabajo realizado, sino que le recompensó con el importe de un vuelo a su tierra y unos días de descanso para “su feria”. Hermosas horas extras las de ese viernes.


La Semana Santa del 2012, desgraciadamente se anticipó, haciendo su calvario más duro y más insoportable, esa Semana Santa, se adelantó 5 días por el fallecimiento de su Madre. Él, casi sin ganas regreso a tierras de su nacimiento, para sepultar el Amor. Sepultó en pocos días, el Amor de su Madre, sepultó en su Vida, la que decía ser su mujer, sepulto en esos días la amistad de amigos de la infancia, sepulto en esos días, las relaciones con familiares, que lejanos de sentimientos, le criticaban acciones realizadas. Sepulto en aquellas fechas, casi toda una vida de esfuerzos.

Por aquellos entonces, su trabajo además de agradable para él, era una nueva experiencia, conociendo nuevos métodos de trabajo, nuevas formas de realizar lo que toda la vida él había hecho. Era por esas fechas cuando descubrió las envidias de algunos de sus compañeros, incluso de aquellos a los que el mismo había conseguido dar trabajo y estabilidad.  Conoció la verdad de esas personas que vivieron de él y que a sus espaldas  le traicionaban, le levantaron falsos testimonios y le quisieron hundir profesionalmente. Todos estos que cada noche compartieron mesa con él unos meses, cada viernes desde Septiembre del año anterior, le tiraban por tierra ante el hombre grande de sombra negra. Aquel de quien solo podrían salir hermosas palabras de la boca de él, aun habiendo tenido pequeños enfrentamientos a causa de estos llamados Espanyoles, Valencianos sin personalidad, Catalanes Andaluces (los peores de todos),  y sobre todo, del peor, un Catalán de Montoro, de esa localidad Cordobesa.

La Navidad de 2011 al 2012, la pasó en su tierra, en el valle que lleva el nombre del río y a los pies de su Sierrezuela. Pasó muchos días queriendo comprender lo que se le avecinaba, pero tenia mas puesta la cabeza en sus metas a conseguir, que en buscar explicaciones a ciertas cosas, mas que nada por no desear ver la realidad.

Noviembre y Diciembre de 2011, habían sido meses duros, muy duros, no solo en cuanto al trabajo, sino a la adaptación de su cuerpo a estas bajas temperaturas.

Hubo meses en los que no llegaba a ver el sol,  los trabajos en tunelación eran de largas jornadas bajo tierra, pero su cuerpo, aguantaba esbelto y altano cuan abeto de estas tierras nuevas para él.


Puro como aire de la mañana en el bosque, había comenzado una nueva faceta en su vida, sin dejar nunca sus metas a conseguir. Luchaba en largas jornadas en las entrañas de la tierra, demostraba sus conocimientos a sus superiores, lograba por pequeños pasos, pero incesantes cuanto había venido a encontrar en estas nuevas tierras de frondosos bosques, de verde mirar, tierra de lenguas extrañas y entremezcladas, tierras que lo adoptaron y que aun estaban por demostrarle las caras buenas y malas de sus gentes, de sus días y de sus estaciones, porque según contaban y ahora él ha podido comprobar, aquí si hay Invierno, si hay Primavera, si hay Verano y por supuesto hay Otoño.

 

Lloró cuan niño aquella noche, ante la imagen de su patrona. Era Septiembre de 2011, la procesión, con San Sebastián y Su hermosa Virgen de la Salud, le oprimió  un fuerte nudo en la garganta, su hija, apretaba sus manos y le decía con su hermosa voz

 –Papá, no llores, cada año vendremos a verla, cada año venimos de vacaciones y la vemos, pronto estaremos juntos y me tendrás que enseñar cuantas hermosas cosas cuentas de aquellas tierras, y cada año venimos a verla, te quiero papá-

 

Era un 16 de Julio, era el 16 de Julio de 2011, cuando él salía de mañana de su casa, no quería que nadie le acompañara, que nadie le despidiera. Salio de su casa, una maleta con poco más de dos camisas, 3 calzoncillos, 4 pares de calcetines, otro par de pantalones, un pequeño neceser y no mas de 400 € en la cartera. Miro atrás su calle, se despidió de ella, se monto en el tren que lejos le llevaría y desde la ventanilla de ese tren, se despidió aguas arriba.

Quedaba ya a unos kilómetros, aguas abajo, su pueblo, a la derecha la Sierrezuela, mas a la derecha Sierra morena, a los pies del pueblo el río Guadalquivir y a la izquierda el valle de su mismo nombre.

Queda hoy lejos de mí, sus amaneceres, sus gentes y sus costumbres, sus formas de hablar y sus cipotitos malenos. Gracias a todos, Os Quiero.


Perdóname  Andrea, si en algo falle, quizás solo sea en lo mucho que he Amado. Perdóname si ese fue mi pecado.

1 comentario:

  1. Gran historia contada a modo de retrospectiva. Nunca dejes de ser fiel a tu trabajo, que como ya has demostrado, dignifica y te hace más humano. Pero sobre todo, nunca dejes de cometer ese gran pecado que mencionas al final.
    Un saludo, primo.

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