Ella
comentó:
en
persona de debes ser la ostia
Él
escribió:
Quien
sabe si el destino, nos deje vernos de nuevo y tomar una copa
Ella
contestó que ojalá, después le pregunto por la hora de su nacimiento y se
dieron las buenas noches.
Él apago
la luz de su dormitorio, miró por la cristalera del balcón y vio el cielo despejado,
las estrellas en el firmamento y comenzó a recordar…
Hace
mucho tiempo de esto que voy a contar, por aquel entonces, no había teléfonos
móviles, internet y mucho menos wasap, hace mucho tiempo, mucho tiempo ya.
Una calle
empedrada, juegos de niños y niñas, de combas, peonzas, canicas y más, hace
tanto tiempo que casi no llego a recordar, el mes y el año de lo que deseo
contar.
Éramos
niños aun, tus hermanos, mis hermanos, los vecinos, tú y yo. Jugábamos en un
mundo sin maldad, lleno de felices momentos, de atardeceres de lluvia en
invierno y de reuniones de vecinos en las calles las calurosas noches del estío.
Recuerdo
tu larga melena, las bromas de nuestras madres cuando te querían casar conmigo,
mientras jugábamos en la calle como cosa de chiquillos.
Aun
recuerdo la higuera aquella en la que tantas veces he subido a recolectar sus
frutos y llevártelos de mis manos. Aquella higuera que había en el corral tras
tu casa y la mía.
Cuantas y
cuantas veces, te bañaste en la piscinilla que en el patio de casa hay, con
aquel bikini azul, y larga melena siempre te recordare. Jugábamos en el agua, jugábamos
como niños, reíamos y éramos felices, sin saber de nosotros que haría el
destino. Muchas fueron las veces que recorrimos la calle, que jugamos a la
pelota, que hasta muy tarde jugamos y siempre tan cabezota. Tú la llevas, yo la
quedo, corríamos todos los críos sobre aquel empedrado suelo.
El
destino nos separó, deje de ser ya tan niño, cuando fuiste más mujer y ya no
jugabas conmigo. En aquel atardecer, de
gris el cielo teñido, regrese de la
sierra donde de montería había ido, aun recuerdo el billete que metí en mi
bolsillo, eran quinientas pesetas las que llevaba ese hombre-niño. Quería
invitarte a tomar algo, pero llegue tarde, tu ya te habías ido, aun guardo ese
billete, entre paginas de un libro.
El tiempo
fue pasando lento, ya no jugabas en la calle con los niños, pues tenías otros amigos. Muchas fueron las veces que a la higuera subí,
mas nunca más estuviste para sus frutos recibir. Los días pasaban, cada uno por
distinto camino, algunas veces te miraba mientras estabas con nuevos amigos,
pero tú nunca miraste la cara de este niño. Así lo quiso el destino y a otro
lugar te marchaste a vivir, pienso que antes de marcharte ya te habías olvidado
de mí.
El
destino nos ha llevado, a que de nuevo tengamos contacto, un amigo mutuo me
dijo de ti y casualidades de la vida, yo conozco a alguien que también vivía
allí.
Las
nuevas tecnologías, cosa de estos días, tu rostro me ha devuelto, en las fotos
de wasap, por supuesto.
No pude
remediar llenar mis ojos de lagrimas al recordar tantas y tantas cosas que
juntos vividos, la infancia sin maldad de cuando éramos niños, aquellos años
felices que juntos todos vivimos. Hoy ya no queda la Higuera, de la que sus
frutos comimos, pero queda mi jardincillo, con su jazmín a la entrada y la dama
de noche al final del pasillo, ese pasillo que hasta la alberca nos llevaba
siendo niños.
Hace
tanto tiempo ya… que dejamos de ser niños…
Hoy no eres Fina, ni tampoco yo soy Seba, hoy somos dos destinos que la vida lleva.
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