Como lo
prometido es deuda, aquí va la historia
real de un secuestro, aunque estas artimañas
ya no se usan en estos tiempos.
Era el año
en gracia de 1914, y mientras Europa
andaba inmersa en su primera gran guerra, en Andalucía, al sur de España, una
niña de solo 14 años, jugaba a ser mujer.
Lloraba,
suspiraba y le contaba a una de sus hermanas mayores, su amor por el joven de
24 años que a caballo, venia cada semana a entregar los partes de trabajo de
las minas. Ella era pequeña aun en edad, pero tenia las ideas claras como mujer
adulta. Sus hermanas se burlaban de ella, y le decían que aquel hombre era un
mozo muy solicitado por distintas mujeres, tanto jóvenes como de mediana edad.
Ella, en la
soledad de la noche, salía a los patios del cortijo donde habitaba. El cortijo
donde su padre, era el porquero mayor y donde su madre la casera del señorito.
Y en la soledad de la noche, a oscuras y sin miedo, cada noche se acercaba al
pilón donde las bestias venían a beber. Allí, esperaba cada noche desde hacia
mas de 3 meses, en la oscuridad, en la soledad y sin mas compañía que un
pequeño candil. Se sentaba al borde de la zona de lavaderos y en sus manos
jugaban con el agua, juego de niña-mujer, juego de mujer-niña. Cada noche, unas
antes y otras después, dependiendo de la señal del árbol donde cada día al
medio día, llevaba la comida a su padre.
Esta noche
tocaba al filo de la media noche, la señal era una cuerdecilla blanca doblada
por la mitad en la rama derecha de la encina. Allí espero como cada noche que había
encuentro, jugueteando con las manos en el agua, esperando que él llegara.
Aquella noche, era especial porque estaba dolida por las risas de sus hermanas.
Cuando escucho acercarse un caballo y confiada salió al encuentro acicalando
sus negros cabellos.
Sorprendida
al ver a su padre a caballo, en lugar de a su caballero soñado, se repuso
diciendo –Padre de donde venís tan tarde??- y se acercó al negro corcel.
-Que haces
despierta a estas horas??- pregunto el
padre con la voz algo alterada.
-Salí a
pasear, entre la calor y la hermosa luna casi llena me apeteció pasear para ver
los caballos junto a la fuente- contesto ella mintiéndole al padre.
-Ve a casa
ahora mismo, prepárame algo de cena, he de hablar con tu madre, despiértala-
dijo él mandando las riendas de su caballo hacia las cuadras.
Ella corrió
y avivo el fuego de la cocina de carbón, y acto seguido, corrió la cortina de
la entrada al dormitorio y despertó a la madre, quien alterada, se puso una
bata y salió a la cocina.
Padre entro
por la puerta del patio, y ella miraba preocupada, sin saber que ocurría.
Rápido la mandaron al dormitorio, en la planta superior, donde compartía
habitación con sus otras cuatro hermanas. Ella como niña-mujer curiosa, subió
al dormitorio, y pronto se hizo la dormida, hasta que Madre, subió para ver si lo estaba. Poco
después, cuando escucho a Madre y Padre hablando tranquilos, se acercó
sigilosamente a las escaleras, donde escucho la conversación entera.
Padre, le
conto a Madre, como su hija se veía en secreto con el joven de 24 años de la
mina. Aquel que pasaba dos veces por semana a dar agua a su caballo blanco en
el abrevadero y que varias noches en semana, venia a ver a su pequeña de 14
años. Padre le conto a Madre, como desde la lejanía, había visto al joven de
blanco corcel, dejar la señal en la encina donde la niña-mujer le llevaba la
comida cada día. Madre enfureció, porque además de ser aun niña, ella deseaba
al joven de blanco corcel, para la mayor de sus hijas, la cual cumplía en breve
26 Abriles.
Desde aquel
día, madre y las hermanas mayores de nuestra niña-mujer, le hicieron la vida
imposible, le hacían ver que era solo una niña, y cada vez se volvieron más
difíciles los encuentros entre ambos.
Abril pasó, y pasó Mayo, cuando a primeros de Junio, ambos se vieron en
la cercana población al cortijo donde vivía ella. Niña-mujer, miro al joven, el
la miro, y sin mediar palabra, ambos supieron que hacer. Ella se dirigió a la
fuente a dar agua a las bestias, mientras madre y la mayor de las hermanas
hacían las compras. Él, se dirigió hacia lado opuesto, para rodear la manzana y
bajar por otro camino a dar agua a su blanco caballo. Hablaron en voz bajita
sin mirarse a la cara, disimulando, casi en silencio. El destino estaba echado.
Ambos asintieron con la cabeza, y antes de marcharse, ella le dijo a él, no lo
olvides al filo de la madrugada, te estaré esperando yo lo tendré todo
preparado, pase lo que pase.
Junio tocaba
a su fin, Julio pasó con más calor de lo normal, ella segó trigo, limpio
suelos, admitió y realizó, cada uno de los castigos y regañinas de sus hermanas
y de Madre.
Se acercaba
la feria de San Abundio, Hornachuelos
estaba engalanada por las buenas cosechas y las fiestas estaban
garantizadas. Patronos y proletario pasarían hermosas veladas en las fiestas.
Feria de ganado, bailes de candil, por cada calle, alegrías y una sola
tristeza, la de niña-mujer.
Todos se
engalanaron con las mejores vestimentas, Madre le dio a la mayor de sus hijas,
las joyas heredadas de la Abuela, había que buscarle novio a la mocita. Y ahora
que niña-mujer, había olvidado al joven de blanco caballo, que mejor ocasión
que esta para intentar acercarlo a la familia.
Niña-mujer,
decía sentirse mala en esa noche, le dolía el estomago, tomo aceite de ricino,
para tener diarreas y vómitos, aprendió arte dramático en pocas horas. Las
hermanas, le increparon, le gritaron, Madre la amenazó, todos estaban contra
ella, porque n o podía arruinar la noche de fiesta hasta el amanecer de toda la
familia. Ella lloraba, lloraba y la mayor de las hermanas, incluso la quiso
sacar de casa, tirándole de los pelos. Ella se negó a ir, pidió que la dejaran
sola en casa, que cerrasen la puerta con llave, pero que no podía, que no tenia
ánimos, ganas, y que estaba enferma.
El sol se
ocultaba, por las montañas lejanas mirando desde el cortijo, en dirección a
Constantina. Todos se encaminaron a la fiesta y niña-mujer, quedo sola en casa,
no sin antes haber sentido los golpes de sus hermanas, las reprimendas de Madre
y ver en la cara de Padre, una tremenda decepción. Pero niña-mujer sabia que no
podría ir a las fiestas, que quizás otro año, que quizás mas adelante…
Desde el
cortijo, se escuchaban los cantos, el jolgorio y las alegrías de las gentes,
Niña-mujer, entre vómitos, preparo algunas ropas en un jato, las ato con
fuerza, las llevo hasta la puerta trasera del patio, al cual quito el aldabón y espero tras ella mas de dos horas,
escuchando atenta, hasta que llegara la media noche. Allí, pensó, imagino, soñó
y comenzó a vivir.
El joven de
blanco corcel, andaba en las fiestas de San Abundio, donde las hermanas de
niña-mujer, Madre y Padre, se interesaron por su trabajo en la mina, por sus
vivencias y por sus metas. El conto y conto, hasta llegadas las horas en que según había dicho, tenia que
regresar a la mina, para estar en la salida del turno. Se despidió, no sin
antes, decirle a la mayor de las hijas de Madre y Padre, que pronto volverían a verse, que la noche había sido
fructífera y que estaba encantado de hablar de nuevo con ellas, no sin antes de
marcharse, preguntar por la menor de las niñas, a lo cual Madre le contestó,
que estaba enferma y la habían dejado en casa.
Antes de
sonar la media noche, solo unos minutos antes, por el patio de caballos, se
escucharon pasos, alguien se acercaba, niña-mujer, se pasó en pie rápida y
veloz. Encendió el candil, tomo de la mano el jato de sus ropas y esperó. Un
silbido, le avisó de que era la hora, se apartó de la puerta y un fuerte golpe,
abrió de par en par, las dos hojas de la endeble puerta.
Aquel joven
de blanca cabalgadura, estaba al otro lado, ella de este. Ya no había quien
pudiera separarlos jamás. Ella le dio la mano, él la ayudo a subir al caballo,
ella se abrazó a él. El la beso por vez primera, a lo que niña-mujer comenzó a
temblar y comenzó a estremecerse.
Juntos a
grupas de blanco corcel, por el camino polvoriento que se dirigía hasta los montes cercanos, se
perdieron. Ambos habían esperado lo necesario, ambos habían sufrido la
distancia, ambos desearon ese día, el día en que el la secuestró.
Antes del
amanecer, los dos se habían instalado, en una boca de registro a las afueras de la mina, el ya tenia preparado lo
que seria su hogar por algún tiempo, a ella le pareció un hermoso castillo. El
trabajó cada día en la mina, ella hizo de aquel zulo sin agua, a orillas
de camino su hogar. Varias veces, vinieron los familiares de
niña-mujer a visitar la mina, para ver al joven y hacer preguntas, fueron dos
meses malos, de calamidades. El tenia que fingir vivir en las viviendas de la
mina, ella pasaba muchas horas escondida entre matorrales y cazando para poner
algo de comida a su amor al regreso. Dos meses, hasta que las autoridades,
dieron con su paradero. Era noche entrada, ambos dormían, y los guardias
civiles, dieron con el zulo donde habitaban.
Padre los obligo a casarse, por haber tirado por
tierra la honra de su hija. Padre les hizo el mayor de los regalos de sus
vidas.
Niña-mujer,
tardo más de año y medio en ser Mujer-niña, Madre nunca se lo perdonó, aunque
lo aceptó. La mayor de las hermanas, casi no hablo desde aquel día a niña-
mujer.
Juntos
vivieron el resto de sus vidas, donde hubo fertilidad, 22 hijos, en varios
partos a mellizos y otros tantos a trillizos. Fueron más de 70 años casados.
Fueron largas y amargas vivencias, otra guerra mundial, la segunda. Una guerra
civil, alegrías, vivencias pero ante todo, y sobre todo lo demás FIDELIDAD.
Ella murió
con poco más de 90 y él con pocos meses más de 104.
De todo eso
y de muchas cosas más, hablaremos en otro episodio. Ellos me enseñaron mucho.
Ellos eran mis abuelos Maternos.
Para que veáis
desde el cielo, que aun me acuerdo de todo lo que me contasteis.
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