jueves, 20 de septiembre de 2012


Como lo prometido es deuda,  aquí va la historia real de un secuestro, aunque estas artimañas  ya no se  usan en estos tiempos.
Era el año en  gracia de 1914, y mientras Europa andaba inmersa en su primera gran guerra, en Andalucía, al sur de España, una niña de solo 14 años, jugaba a ser mujer.

Lloraba, suspiraba y le contaba a una de sus hermanas mayores, su amor por el joven de 24 años que a caballo, venia cada semana a entregar los partes de trabajo de las minas. Ella era pequeña aun en edad, pero tenia las ideas claras como mujer adulta. Sus hermanas se burlaban de ella, y le decían que aquel hombre era un mozo muy solicitado por distintas mujeres, tanto jóvenes como de mediana edad.

Ella, en la soledad de la noche, salía a los patios del cortijo donde habitaba. El cortijo donde su padre, era el porquero mayor y donde su madre la casera del señorito. Y en la soledad de la noche, a oscuras y sin miedo, cada noche se acercaba al pilón donde las bestias venían a beber. Allí, esperaba cada noche desde hacia mas de 3 meses, en la oscuridad, en la soledad y sin mas compañía que un pequeño candil. Se sentaba al borde de la zona de lavaderos y en sus manos jugaban con el agua, juego de niña-mujer, juego de mujer-niña. Cada noche, unas antes y otras después, dependiendo de la señal del árbol donde cada día al medio día, llevaba la comida a su padre.

Esta noche tocaba al filo de la media noche, la señal era una cuerdecilla blanca doblada por la mitad en la rama derecha de la encina.  Allí espero como cada noche que había encuentro, jugueteando con las manos en el agua, esperando que él llegara. Aquella noche, era especial porque estaba dolida por las risas de sus hermanas. Cuando escucho acercarse un caballo y confiada salió al encuentro acicalando sus negros cabellos.

Sorprendida al ver a su padre a caballo, en lugar de a su caballero soñado, se repuso diciendo –Padre de donde venís tan tarde??- y se acercó al negro corcel.

-Que haces despierta a estas horas??-  pregunto el padre con la voz algo alterada.

-Salí a pasear, entre la calor y la hermosa luna casi llena me apeteció pasear para ver los caballos junto a la fuente- contesto ella mintiéndole al padre.

-Ve a casa ahora mismo, prepárame algo de cena, he de hablar con tu madre, despiértala- dijo él mandando las riendas de su caballo hacia las cuadras.

Ella corrió y avivo el fuego de la cocina de carbón, y acto seguido, corrió la cortina de la entrada al dormitorio y despertó a la madre, quien alterada, se puso una bata y salió a la cocina.

Padre entro por la puerta del patio, y ella miraba preocupada, sin saber que ocurría. Rápido la mandaron al dormitorio, en la planta superior, donde compartía habitación con sus otras cuatro hermanas. Ella como niña-mujer curiosa, subió al dormitorio, y pronto se hizo la dormida, hasta que  Madre, subió para ver si lo estaba. Poco después, cuando escucho a Madre y Padre hablando tranquilos, se acercó sigilosamente a las escaleras, donde escucho la conversación entera.

Padre, le conto a Madre, como su hija se veía en secreto con el joven de 24 años de la mina. Aquel que pasaba dos veces por semana a dar agua a su caballo blanco en el abrevadero y que varias noches en semana, venia a ver a su pequeña de 14 años. Padre le conto a Madre, como desde la lejanía, había visto al joven de blanco corcel, dejar la señal en la encina donde la niña-mujer le llevaba la comida cada día. Madre enfureció, porque además de ser aun niña, ella deseaba al joven de blanco corcel, para la mayor de sus hijas, la cual cumplía en breve 26 Abriles.

Desde aquel día, madre y las hermanas mayores de nuestra niña-mujer, le hicieron la vida imposible, le hacían ver que era solo una niña, y cada vez se volvieron más difíciles los encuentros entre ambos.  Abril pasó, y pasó Mayo, cuando a primeros de Junio, ambos se vieron en la cercana población al cortijo donde vivía ella. Niña-mujer, miro al joven, el la miro, y sin mediar palabra, ambos supieron que hacer. Ella se dirigió a la fuente a dar agua a las bestias, mientras madre y la mayor de las hermanas hacían las compras. Él, se dirigió hacia lado opuesto, para rodear la manzana y bajar por otro camino a dar agua a su blanco caballo. Hablaron en voz bajita sin mirarse a la cara, disimulando, casi en silencio. El destino estaba echado. Ambos asintieron con la cabeza, y antes de marcharse, ella le dijo a él, no lo olvides al filo de la madrugada, te estaré esperando yo lo tendré todo preparado, pase lo que pase.

Junio tocaba a su fin, Julio pasó con más calor de lo normal, ella segó trigo, limpio suelos, admitió y realizó, cada uno de los castigos y regañinas de sus hermanas y de Madre.

Se acercaba la feria de San Abundio, Hornachuelos  estaba engalanada por las buenas cosechas y las fiestas estaban garantizadas. Patronos y proletario pasarían hermosas veladas en las fiestas. Feria de ganado, bailes de candil, por cada calle, alegrías y una sola tristeza, la de niña-mujer.
 

Todos se engalanaron con las mejores vestimentas, Madre le dio a la mayor de sus hijas, las joyas heredadas de la Abuela, había que buscarle novio a la mocita. Y ahora que niña-mujer, había olvidado al joven de blanco caballo, que mejor ocasión que esta para intentar acercarlo a la familia.
 

Niña-mujer, decía sentirse mala en esa noche, le dolía el estomago, tomo aceite de ricino, para tener diarreas y vómitos, aprendió arte dramático en pocas horas. Las hermanas, le increparon, le gritaron, Madre la amenazó, todos estaban contra ella, porque n o podía arruinar la noche de fiesta hasta el amanecer de toda la familia. Ella lloraba, lloraba y la mayor de las hermanas, incluso la quiso sacar de casa, tirándole de los pelos. Ella se negó a ir, pidió que la dejaran sola en casa, que cerrasen la puerta con llave, pero que no podía, que no tenia ánimos, ganas, y que estaba enferma.

El sol se ocultaba, por las montañas lejanas mirando desde el cortijo, en dirección a Constantina. Todos se encaminaron a la fiesta y niña-mujer, quedo sola en casa, no sin antes haber sentido los golpes de sus hermanas, las reprimendas de Madre y ver en la cara de Padre, una tremenda decepción. Pero niña-mujer sabia que no podría ir a las fiestas, que quizás otro año, que quizás mas adelante…

Desde el cortijo, se escuchaban los cantos, el jolgorio y las alegrías de las gentes, Niña-mujer, entre vómitos, preparo algunas ropas en un jato, las ato con fuerza, las llevo hasta la puerta trasera del patio, al cual quito el aldabón  y espero tras ella mas de dos horas, escuchando atenta, hasta que llegara la media noche. Allí, pensó, imagino, soñó y comenzó a vivir.

El joven de blanco corcel, andaba en las fiestas de San Abundio, donde las hermanas de niña-mujer, Madre y Padre, se interesaron por su trabajo en la mina, por sus vivencias y por sus metas. El conto y conto, hasta llegadas las  horas en que según había dicho, tenia que regresar a la mina, para estar en la salida del turno. Se despidió, no sin antes, decirle a la mayor de las hijas de Madre y Padre, que pronto  volverían a verse, que la noche había sido fructífera y que estaba encantado de hablar de nuevo con ellas, no sin antes de marcharse, preguntar por la menor de las niñas, a lo cual Madre le contestó, que estaba enferma y la habían dejado en casa.

 

Antes de sonar la media noche, solo unos minutos antes, por el patio de caballos, se escucharon pasos, alguien se acercaba, niña-mujer, se pasó en pie rápida y veloz. Encendió el candil, tomo de la mano el jato de sus ropas y esperó. Un silbido, le avisó de que era la hora, se apartó de la puerta y un fuerte golpe, abrió de par en par, las dos hojas de la endeble puerta.


Aquel joven de blanca cabalgadura, estaba al otro lado, ella de este. Ya no había quien pudiera separarlos jamás. Ella le dio la mano, él la ayudo a subir al caballo, ella se abrazó a él. El la beso por vez primera, a lo que niña-mujer comenzó a temblar y comenzó a estremecerse.

Juntos a grupas de blanco corcel, por el camino polvoriento  que se dirigía hasta los montes cercanos, se perdieron. Ambos habían esperado lo necesario, ambos habían sufrido la distancia, ambos desearon ese día, el día en que el la secuestró.

Antes del amanecer, los dos se habían instalado, en una boca de registro a las  afueras de la mina, el ya tenia preparado lo que seria su hogar por algún tiempo, a ella le pareció un hermoso castillo. El trabajó cada día en la mina, ella hizo de aquel zulo sin agua, a orillas de  camino su hogar.  Varias veces, vinieron los familiares de niña-mujer a visitar la mina, para ver al joven y hacer preguntas, fueron dos meses malos, de calamidades. El tenia que fingir vivir en las viviendas de la mina, ella pasaba muchas horas escondida entre matorrales y cazando para poner algo de comida a su amor al regreso. Dos meses, hasta que las autoridades, dieron con su paradero. Era noche entrada, ambos dormían, y los guardias civiles, dieron con el zulo donde habitaban.
 

Padre  los obligo a casarse, por haber tirado por tierra la honra de su hija. Padre les hizo el mayor de los regalos de sus vidas.

Niña-mujer, tardo más de año y medio en ser Mujer-niña, Madre nunca se lo perdonó, aunque lo aceptó. La mayor de las hermanas, casi no hablo desde aquel día a niña- mujer.

Juntos vivieron el resto de sus vidas, donde hubo fertilidad, 22 hijos, en varios partos a mellizos y otros tantos a trillizos. Fueron más de 70 años casados. Fueron largas y amargas vivencias, otra guerra mundial, la segunda. Una guerra civil, alegrías, vivencias pero ante todo, y sobre todo lo demás FIDELIDAD.

Ella murió con poco más de 90 y él con pocos meses más de 104.

De todo eso y de muchas cosas más, hablaremos en otro episodio. Ellos me enseñaron mucho. Ellos eran mis abuelos Maternos.

Para que veáis desde el cielo, que aun me acuerdo de todo lo que me contasteis.

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