Dejo escrita una nota por
si se te ocurre venir. La dejo sobre el banco de madera, no se me ocurrió mejor
manera de saber el tiempo que tardaras.
La dejo en el banco que hay
bajo el caduco árbol, que con la caída de sus hojas, marca los otoños de mi
corazón. Espero que pronta llegue la primavera, no solo por la frondosidad del árbol,
sino por los latidos de mi corazón.
Por si te pierdes en el
camino, está 50 pasos más abajo del árbol rojo, ese tan hermoso que sus hojas
me hacen soñar. Soñar momentos de nueva felicidad.
Justo al lado de la casa de
verdes ventanas. Verde de esperanza de poder volverte a besar. No lo dudes eres
tú, fuiste tú y nadie más.
Rojas maderas soportan los
muros, como roja es la sangre que por mis venas corre. Alterada al pronunciar
tu nombre, casi siempre en la soledad de las noches de niebla, de soledad
compartida con la luna y las pocas estrellas de este cielo.
Blancos de cal, son sus
muros. Blanco color de Paz. Casi tanta como siente mi corazón, cuando en
secreto contigo llega mi mente a soñar. Mi boca pronuncia tu nombre en las
largas noches de invierno, en las largas jornadas de verano, en mi descanso, en
mi cansancio y en mis momentos de tranquilidad.
Dejo la nota en ese banco,
para saber el tiempo que vas a tardar, en venir a recogerla y volverte a besar.
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